“Que suerte tuve en la entrevista, tarde o temprano se darán cuenta de que no sirvo para estar aquí”
“He llegado aquí por suerte”
“Mis compañeros están mucho más preparados que yo para hacer este trabajo”
¿Te suenan estas afirmaciones? Si es así, seguramente has sufrido o sufres el Síndrome de la impostora y su autoexigencia.
El síndrome de la impostora se da especialmente en mujeres y puede aparecer en diferentes ámbitos como el social, familiar, pero cobra especial protagonismo en el ámbito laboral. Vamos a ver a continuación sus características y síntomas.
¿Por qué se caracteriza el llamado síndrome de la impostora?
Podríamos decir que, ante un nuevo reto profesional, dudamos de nuestras capacidades como profesionales, nos sentimos incompetentes y creemos que hemos llegado a ese puesto de trabajo por suerte, aunque nuestra historia profesional indique lo contrario.
Esta situación nos provoca gran inseguridad, baja autoestima, miedo y ansiedad a ser descubiertas.
¿Qué hay detrás de estos síntomas?
Estos síntomas están muy relacionados con tener una personalidad muy autoexigente por lo que es muy probable que vivamos angustiadas e intentando dar el 100% en todas las áreas de nuestra vida.
Sentimos que hagamos lo que hagamos, nunca es suficiente, ponemos el foco en aquello que no hemos conseguido y pasamos por alto todo lo que hemos ido logrando a lo largo de nuestras vidas por lo que vivimos en un estado de insatisfacción constante.
Este estado no nos permite disfrutar de nuestro tiempo libre (solemos pensar que deberíamos estar haciendo esto o aquello y que perdemos el tiempo) nos afecta en la calidad del sueño y sufrimos de ansiedad constante por no estar produciendo o trabajando duro para conseguir nuestros objetivos profesionales.
Esta autoexigencia puede estar relacionada con nuestra infancia: quizás tus padres tenían muchas expectativas puestas en ti, quizás no valoraron lo suficiente todo aquello que conseguías, sin embargo, si te castigaban por aquello en lo que fallabas…nunca estuvieron satisfechos por tus logros.
La buena noticia es que, hoy, puedes empezar a trabajar y reparar esa confianza en ti misma, empezando por echar la vista atrás y reconociendo y dándole valor a todo aquello que has conseguido a lo largo de los años y que, gracias a ese camino donde el esfuerzo, la constancia y la lucha te han acompañado, hoy has podido llegar a donde estas.
Pon especial atención a tu diálogo interno, háblate con mucho cariño, valida todo aquello que vas consiguiendo ya sea un pequeño o gran logro y, lo más importante, conviértete en tu mejor amiga. Háblate a ti misma como tu hablarías a esa amiga a la que tanto admiras y tan orgullosa estás de ella.
Recuerda: los errores también son parte del camino y no significa que tengas menor valor por cometerlos, si algo no sale perfecto, también es válido, el descanso también es necesario para seguir trabajando en nuestros objetivos.
Este texto se publicó primero en Instagram, en @lobbymagazine