Hola a todos! Para cerrar el tema de los pensamientos (por ahora) quiero compartir algo que creo que resulta muy útil y que puede ayudarnos a calmar esa cháchara evaluativa constante que tenemos en nuestro interior.
Esta estrategia sería la de ponerle nombre a nuestra mente como si fuese una persona diferente a nosotros. Esta sencilla técnica, nos ayudará a establecer distancia entre pensamiento y pensador resultando más sencillo detectar dicha voz, pararla y evitar que nos enrede en la danza tóxica de la que hablábamos en la entrada «La danza tóxica de la mente».
Por ejemplo, yo soy Isa (pensador) y mi mente evaluativa y no demasiado amable conmigo (pensamiento) se llama Kika. Kika realiza juicios sobre mí, es muy crítica conmigo, me amenaza, se enfada y me dice cosas que no me suelen gustar.
La buena noticia es que ahora la tengo identificada y se que todo lo que dice no es cierto y no es lo que yo pienso realmente por lo que me resulta sencillo ignorarla. Cuando no le hago caso, termina por callarse, marcharse y me deja en paz.
Existen ejercicios muy útiles para trabajar en terapia y demostrar cómo dichos pensamientos nos persiguen y nos terminan atrapando. Mediante ejercicios como el anterior, evitamos caer en su trampa.
Y vosotros, ¿tenéis esa voz identificada?
Espero que os haya gustado! Hasta pronto 🙂